viernes, 26 de mayo de 2017

Educación Femenina En El Virreinato

En esta época la sociedad encomendó a las mujeres la conservación de sus tradiciones castellanas, el fomento a la religiosidad doméstica y la consolidación del modelo de la vida familiar. El hogar era el ámbito propio de la mujer y también  su centro de aprendizaje para la vida. Hubo escuelas particulares y centros educativos destinados a las mujeres que se establecieron  en los núcleos de vida urbana y reprodujeron los modelos existentes en la metrópoli, casi todas las niñas españolas y criollas tuvieron acceso a algún nivel de instrucción. Amigas, colegios y conventos fueron algunos de los centros en los que se educaron.

La escuela de amiga, hubo desde la segunda mitad del siglo XVI, lo que se aprendía en ellas era el catecismo a través del canto y la memorización, proporcionaban la destreza en labores manuales y el hábito de la disciplina. La lectura, la escritura y las cuentas eran muy rara vez ejercidas en estas escuelas pero eran conocimientos prácticos que poco a poco se imponían como una necesidad de la vida cotidiana. La función de estos establecimientos, era intermedia entre el hogar y la escuela, aliviaba a las madres de la tarea de la enseñanza de sus hijas, para que llegasen a ser competentes amas de casa. Sus educadores eran mujeres respetables y frecuentemente ancianas.

La educación conventual fue dada principalmente por dominicas y franciscanas donde las religiosas aceptaban a algunas niñas de su familia o allegadas por cualquier concepto, aunque la mayoría de las religiosas siempre procedían de familias acomodadas. Las niñas debían de asistir al coro para los rezos en comunidad y vivir en clausura, aprendían labores de hogar como cocina, costura, trabajos manuales y confección de flores artificiales, además de que ser una novicia exigía el aprendizaje de la lectura, escritura, canto y el recitado de oraciones en latín.
Esta instrucción y permanencia en los colegios era a lo largo de la adolescencia y juventud, antes de tomar estado y  toda una vida de matrimonio, en la que las mujeres recibían los mensajes formativos de su familia y de los clérigos o directores espirituales.
Pero fue hasta finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX que se terminaría por demostrar la necesidad de un cambio educativo.

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